La artritis reumatoide es una enfermedad crónica inflamatoria de origen autoinmune, caracterizada por la inflamación de pequeñas y medianas articulaciones.
Es una enfermedad progresiva de desarrollo gradual y sutil, que comienza con la inflamación de las membranas sinoviales de las articulaciones afectadas, a menudo a ambos lados del cuerpo, por lo que se dice que es simétrica. Esta inflamación de la membrana sinovial es la responsable del dolor, de la hinchazón que con frecuencia se observa y de la sensación de rigidez que se suele notar por las mañanas. Las articulaciones más afectadas incluyen las de las muñecas, las manos, los tobillos y los pies.
La inflamación de la membrana sinovial durante un periodo largo de tiempo, da lugar al daño en el hueso que protege y a pequeñas muescas (erosiones). También puede hacer que el cartílago que actuaba como almohadilla, permita un rozamiento suave entre los huesos, adelgace y hasta incluso desaparezca.
La artritis reumatoide es una enfermedad frecuente (una de cada 100-300 personas la padece), sin embargo, no hay que confundir la artritis reumatoide con el “reuma”, conviene aclarar que no hay ninguna enfermedad o dolencia que reciba el nombre de “reuma”, no es una enfermedad concreta. Existen, sin embargo, más de doscientas enfermedades diferentes del aparato locomotor, también llamadas enfermedades reumáticas, cada una de ellas con características propias. La artritis reumatoide es una de las muchas enfermedades reumáticas diferentes que hay, por lo tanto, los consejos de otras personas que dicen tener “reuma” pueden no estar indicados para otra enfermedad reumática, ya que puede no ser la misma.
Al tratarse de una enfermedad que afecta a las articulaciones conviene describir algunos conceptos: una articulación se conforma en cualquier parte del cuerpo, donde se unen dos huesos. Es una estructura especia-lizada que proporciona estabilidad y movimiento. Algunas articulaciones permiten un movimiento libre, es decir, de tipo circular, angular, etc. Son llamadas hidartrosis o articulaciones sinoviales, otras articulaciones que tienen poco movimiento son llamadas anfiartrosis, por ejemplo la articulación situada entre dos vértebras adyacentes. También las hay sin movimiento o sinartrosis, por ejemplo las presentes en los huesos del cráneo y la cara, a excepción de la mandíbula.
Las superficies articulares de los huesos en las articulaciones sinoviales están recubiertas por cartílago articular y están separadas por una cavidad articular que contiene líquido sinovial. La artritis afecta típicamente a este tipo de articulaciones.
La articulación sinovial consta de las siguientes partes:
• Cavidad sinovial y líquido sinovial: es un espacio pequeño, donde se encuentra el líquido sinovial que al ser viscoso, resulta idóneo para amortiguar y reducir la fricción entre el cartílago de los extremos de los huesos.
• Cartílago articular: es una capa delgada de tejido que recubre las superficies de los huesos que están enfrentados. Es un amortiguador esponjoso, que absorbe la compresión de la articulación y ayuda a reducir la fricción entre los extremos de los huesos.
• Cápsula articular: engloba toda la articulación sinovial. Está compuesta de dos capas, una externa fibrosa y resistente, que evita la separación de los huesos y otra interna o membrana sinovial, que recubre las superficies internas de la articulación. Esta membrana sinovial es la encargada de secretar líquido sinovial que proporciona lubricación y absorbe los golpes que se proyectan al interior de la articulación.
En el desarrollo de la artritis reumatoide están involucrados varios aspectos de la respuesta inmune:
1. Reconocimiento anormal de los propios antígenos extraños.
2. Respuesta inapropiada a la activación del sistema inmune.
Todo esto lleva a la perpetuación de la respuesta inflamatoria, con el consiguiente daño articular. Por esta razón, la artritis reumatoide está clasificada como una enfermedad autoinmune.