El Streptococcus pneumoniae puede causar dos tipos de enfermedades clasificadas por su severidad: las invasivas, que incluye la bacteriemia (infección en la sangre), la meningitis (infección del tejido que cubre el cerebro y la médula espinal) y la pulmonía (infección en los pulmones), y las no invasivas: sinusitis, infección de oído medio y bronquitis.
Los síntomas serán diferentes dependiendo del órgano de nuestro cuerpo que esté siendo afectado. Si el estreptococo produce pulmonía, tendremos fiebre, dolor en el pecho, tos y falta de aire. Si ENI entra al sistema nervioso central, causará meningitis neumocócica; los síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza, rigidez en el cuello, pérdida del apetito, sensibilidad a la luz y desorientación. Si ENI entra en nuestra sangre, causará bacteriemia neumocócica; los síntomas serán fiebre alta y escalofríos. Además, esta última podría complicarse con pulmonía.
ENI puede ser mortal; los sobrevivientes de la meningitis pueden tener lesiones permanentes, que incluyen daño cerebral, ataques convulsivos o pérdida de la audición.
Los infantes menores de 24 meses de edad y los adultos mayores de 60 son los que sufren mayor riesgo de adquirir esta infección. A estos se suman los pacientes de alto riesgo como los pacientes con enfermedades de la sangre, del sistema inmune, VIH, insuficiencia renal, enfermedades crónicas del corazón, los pulmones (asma y COPD = enfermedad obstructiva crónica pulmonar), hígado y pacientes luego de un trasplante de medula ósea.
¿Cómo nos podemos contagiar?
Hay muchas personas que tienen la bacteria en su vía respiratoria (en la nariz o la garganta) sin estar enfermos y tener conocimiento de que la tienen. Por lo tanto, puede contagiar a otros por medio de la tos o los estornudos y, si es una persona enferma, también contagiará a otros de igual manera. Fumar cigarrillos también aumenta el riesgo de padecer ENI.
¿Qué tratamiento necesitaremos si nos ataca ENI?
Los pacientes con enfermedad invasiva deberán ser ingresados al hospital y, dependiendo de la gravedad, podrían ser colocados en una unidad de cuidado intensivo. Además, se le administrarán antibióticos y otros tratamientos para evitar complicaciones e incluso la muerte. Lamentablemente, ya hay cepas de ENI resistentes a los antibióticos, lo que aumenta la mortalidad y dificultan el tratamiento.
Anualmente en los Estados Unidos, ENI afecta cerca de 4,800 pacientes pediátricos menores de cinco años. De estos, un 5% muere por la infección. Del restante que sobrevive por ENI, algunos quedan con lesiones permanentes como sordera, daño cerebral y pérdida de brazos y/o piernas.
La bacteriemia por ENI afecta cerca de 50,000 pacientes anualmente en los Estados Unidos; un 25% de estos presentó inicialmente pulmonía por ENI. La mortalidad en pacientes con pulmonía complicada con bacteriemia por ENI es cerca de un 60% en los pacientes ancianos. Los casos de meningitis neumocócica son de aproximadamente 3,000 al año en Estados Unidos, y la tasa de mortalidad es de un 10 a un 30%.
¿Cómo podemos evitar ser infectados por ENI?
Además de lavarnos las manos, asearnos bien y comer saludable, existe una manera de prevención efectiva: la vacunación.
ENI pertenece al grupo de enfermedades prevenibles con vacunas. Las vacunas son el mayor avance en la historia de la medicina moderna. A causa de las vacunas, se ha logrado erradicar y/o reducir drásticamente enfermedades graves salvando así muchas vidas. Hoy día muchas personas piensan que estas enfermedades son reliquias del pasado y que no volverán. Lamentablemente, eso no es verdad. ENI, entre otras infecciones prevenibles con vacunas, aún están en nuestro medioambiente. Solo esperan encontrar a su víctima y, cuando ataquen, no tendrán piedad. Tu mejor cinturón de protección será la vacunación. Si tanto los amas, vacúnate y vacúnalos.
Hoy día, hay vacunas disponibles contra el neumococo que son efectivas para prevenir ENI. Los niños se vacunan a los 2, 4, 6 y 12 a 15 meses de edad. Solo los pacientes que hayan sido vacunados y que sufrieron una reacción alérgica a esta no podrán vacunarse, pero este evento es raro.
Los adultos se pueden vacunar a partir de los 50 años de edad.
Tanto el CDC, la Academia Americana de Pediatría, la Academia Americana de Médicos de Familia y muchas otras organizaciones aliadas a la salud, recomiendan la vacunación como la mejor alternativa para la prevención.
Dialoga con tu pediatra o tu médico de cabecera y él te orientará. Los efectos adversos de las vacunas son mínimos comparados con los riesgos de padecer ENI y sufrir sus complicaciones.