Así reciclamos la conducta
Mientras observo a una madre y su hija en mi programa ¿Quién tiene la razón?, me doy cuenta de cómo, una y otra vez, nuestros hijos reciclan nuestra conducta. La madre no para de llorar porque su hija está enamorada de un hombre “igualito a su papá”. De forma bastante emotiva me ruega que la “convenza” de dejar ese novio que es un delincuente. Según su percepción, es el retrato de su ex marido, quien también estuvo preso y fue finalmente deportado del país. La madre se niega a quedarse de brazos cruzados, se siente angustiada al pensar que su adorada hija pudiera pasar por todo lo que ella pasó. Tristemente, ve sorprendida cómo se repite la historia.
La realidad es que pasamos a nuestra relación de pareja los conflictos no resueltos de nuestras familias de origen, o sea, mamá y papá. Es como una bola de nieve, reciclamos la conducta, los conflictos no resueltos, las disfunciones, las reglas y los códigos de una familia a la siguiente. Lo hemos dicho muchas veces, amor=hogar. Queramos o no, lo que hemos vivido en nuestro hogar define lo que será nuestra relación de pareja en el futuro. A menos que vayamos a terapia de pareja y terapia de familia y trabajemos esos temas no resueltos de nuestra niñez vividos “en la relación de papá y mamá o en nuestra relación con papá y mamá”. En el afán de ayudar a su hija, esa madre la está alejando y por ende la acerca más a ese novio que no desea como el compañero de su vida.
Ese día fue muy especial en ¿Quién tiene la razón? Después de ese caso, nos llegó un padre desesperado porque su hija se negaba a dirigirle la palabra y no se cansaba de decirle que no era su padre, que ella no tenía padre. El señor consideraba que había sido traicionado por su ex esposa, ya fallecida, que le había vendido una idea errada a la hija sobre él.
Cuando la joven tenía 3 añitos, hoy es ya una mujer de 20 años, estando el padre preso en Cuba por motivos políticos, su esposa se fue a Miami con ella. Tan pronto llegaron allí él no supo nada más de ninguna de las dos. Él no le había dado su apellido, precisamente para evitar una persecución política contra ella en el futuro, por ser su hija. Muchos años después, al salir de la cárcel, intentó llegar a Miami. Lo logró en una balsa, enfrentando el mar y sus peligros. Buscó como loco a su hija y a su mujer. Cuando la encontró, se enteró de que la madre había muerto y que su hija lo odiaba. Se negaba a verle, renegaba de ser hija suya. Fue bien difícil lograr que ella por lo menos aceptara escucharlo, responderle las llamadas y empezar un proceso de perdón. Era realmente desgarrante ver cómo lloraba esta muchacha y repetía ‘yo no tengo padre’. Su mamá le había dicho que su padre la había abandonado y que se había negado a darle su apellido.
Así como hoy ya sabemos que amor=hogar, también sabemos que las figuras paternas son intocables. Si usted quiere desgraciarle la vida a un niño, solo tiene que destruir la imagen de uno de sus padres. No solo somos el resultado biológico de la unión del espermatozoide de papá y el óvulo de mamá, somos también el resultado psicológico de la imagen paterna y materna. No solo heredamos de papá y mamá aspectos biológicos, sino también psicológicos, emocionales, familiares, sexuales y un gran etc.
De ahí que yo insista en decir y no pare de repetirlo: el matrimonio es solo para adultos. Criar hijos es solo para adultos. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a marcar y dañar a un ser humano para siempre. Estoy segura de que un 90% de los padres lo hacen por ignorancia o porque reciclan conductas y conflictos que arrastran de sus padres y familia de origen, pero ya es hora de parar la bola de nieve que va creciendo. Basta ya de tanto dolor, basta ya de tanta irresponsabilidad. No somos culpables de reciclar la conducta, pero sí somos responsables de buscar ayuda psicológica para detener la bola de nieve. Por eso, no es cierto que al psicólogo solo vayan los locos, mejor diría que los locos e irresponsables, además de miedosos, son lo que evaden resolver sus asuntos pendientes y le pasan el lío, y no de ropa, a sus hijos y a sus nietos. ¿Es usted de los irresponsables, miedosos o de los valientes? El futuro depende de eso.