Frecuentemente escuchamos los lamentos de personas que se quejan, ya sea por su situación económica, su relación sentimental, por la conducta de sus hijos o porque tienen una limitación que les impide vivir plenamente. Sin embargo, cuando nos sentamos a conversar con ellas, nos damos cuenta que su vida actual es el producto de sus decisiones equivocadas. Han vivido día a día como mejor les parece, sin ningún tipo de planificación. No han comprendido que somos el resultado de nuestras propias decisiones. Cada día recogemos el fruto de la semilla que sembramos ayer. ¡Las decisiones que tomamos a diario tienen poder!
Construir, remodelar una casa o un edificio requiere hacer un plano tomando en cuenta las necesidades de quienes la van a vivir y los recursos que poseen. Requiere un análisis antes de comenzar a trabajar el proyecto. Lamentablemente, para algunos no existe la palabra planificación y viven cada día conforme a cómo se sienten y no de acuerdo a lo que es correcto. El problema es que las emociones son variables, así que si dependen de cómo se sienten, su vida será zigzagueante. La vida es muy frágil para vivirla por emociones o por golpes de suerte, por eso a muchos se les ha roto en pedazos. Quienes viven sin un plan o estructura se siguen enredando en las consecuencias de las malas decisiones hasta llegar al momento en el que se sienten cautivos en un callejón sin salida. Es como aquél que no planifica la remodelación de su casa y se levanta un día con una idea y sin pensar sigue tumbando paredes y levantando otras y al otro día piensa en otra idea y sigue trabajando conforme a como siguen surgiendo las ideas, sin un plan estructurado hasta hacer un adefesio en el que invirtió dinero, tiempo y fuerzas que no produjeron nada positivo. Solo tienes que salir a dar una vuelta y verás todas las construcciones sin fundamento que las personas hacen sin un plan determinado. Yo digo siempre que así como tenemos la casa y los alrededores, tenemos la mente. Así como vemos construcciones que no tienen ni pies ni cabeza, vemos las valiosas vidas de muchos que se pierden en las tormentas cotidianas porque nunca se detuvieron a planificar la ruta que iban a seguir.
Estarás pensando:
¿Cómo estructuro mi vida?
Tomando decisiones basadas en principios. Los principios no varían. Matar, mentir, robar, ser vicioso, entre otros males, era incorrecto en el pasado y lo es en el presente. La calidad de nuestras decisiones determinará la calidad de vida que vamos a disfrutar. Para tomar buenas decisiones es necesario tener grabado en nuestro corazón pensamientos de bien que nacen de un corazón que ama a Dios y vive de acuerdo a su palabra. Las decisiones que nacen en una vida dirigida por principios darán como resultado una vida estructurada.
Detente hoy y piensa ¿qué quieres lograr con tu vida? ¿Cómo quieres que sea tu hogar? ¿Cómo quieres que sean tus hijos? ¿Cómo anhelas que te recuerden? De acuerdo a como estés espiritualmente, así serán tus pensamientos, sentimientos y acciones. Porque como piensas, sientes y actúas. Si tienes buenos pensamientos, tomarás buenas decisiones y vivirás a plenitud.