LLegó, llegó, llegó la Navidad. Todos sabemos que la Navidad es la época que trae consigo algarabía, música, comida típica y múltiples fiestas en nuestra cultura puertorriqueña.

Las calles, el clima y el ambiente son diferentes en navidad y, para muchos, es la época favorita del año. Generalmente, la navidad se caracteriza como esa época del año en la que se respira felicidad y unión familiar. Lamentablemente, esa no es la realidad de todas las personas en ese tiempo del año.

Cuando éramos niños nuestras cartitas a Santa, a los Reyes Magos o al Niñito Jesús (todo depende de las creencias particulares de cada familia), se llenaban de nombres de juguetes, bicicletas, bolas, juegos de mesa, entre otros. Hoy en día, se le añaden los juegos electrónicos, celulares y tabletas, pero van cargadas con la misma emoción. Escribíamos las cartas y, llenos de esperanza, añorábamos el día de navidad para verificar si nos habían traído lo que queríamos.

Recuerdo las mías llenas de imágenes que recortaba de los especiales que venían en el periódico y a mis padres diciéndome “acuérdate que Santa solo te traerá lo que pueda”. Definitivamente en la inocencia de un niño la navidad es un momento especial, pero qué mucho significado toman esas palabras que típicamente los padres le decían a uno, cuando ya por los años y madurez, sabemos que esos regalos que recibíamos eran el esfuerzo, muchas veces desproporcionado, que nuestros padres hacían por complacernos.

Si analizamos en detalle esas palabras de que “Santa solo te traerá lo que pueda” y las traemos a nuestra realidad adulta, tenemos que comprender que desde chiquitos nos han estado explicando que no todo en la vida es lo que quisiéramos.

¿Qué pasa cuando Santa no me trae lo que quiero?, ¿qué pasa cuando todos a mi alrededor están felices, pero yo estoy triste y tengo ganas de llorar?, ¿qué pasa cuando pierdo algún ser querido en esa fecha o recientemente?, ¿qué pasa si este es el primer año en el que paso sin mis padres, que me divorcié, que mi hijo se fue de la casa o si se murió mi mascota?, ¿qué pasa cuando las cosas que quisiera en Navidad no se compran con dinero ni se consiguen en las tiendas?

Por más triste que parezca, esta es la realidad de muchas personas en nuestro país y en el mundo en esta época del año. Mientras hay muchos que celebran con lucecitas y guirnaldas, hay muchos que sufren y lloran infinitas lágrimas.

Hoy día, las cartitas de navidad que hacen muchas personas las hacen en silencio y sin mandárselas a Santa, a los Reyes ni a nadie porque se lo callan. Esto incluyen deseos de conseguir un trabajo, progresar económicamente, no perder su casa ni su carro, salvar su matrimonio, que su hijo se salga de las drogas, sanarse de alguna enfermedad, poder sentir paz o simplemente sentir la felicidad que observa en los demás.

¡Qué felices seríamos si todas esas cosas se pudieran comprar y conseguir en las tiendas!

Lamentablemente no es así, y nos toca enfrentar realidades y momentos tristes a pesar de que todo a nuestro alrededor fluya diferente a como nos sentimos, pero no muchas veces tenemos la fuerza para hacerlo solos.

Es ahí donde todos aquellos que tienen personas así a su alrededor, deben convertirse en Santa o en los Reyes. Con la madurez que posees por tus años, desarrolle la empatía, póngase en el lugar de las persona, ayúdelas, llévele alegría y no se haga de la vista larga. No piense solo en usted, en sus necesidades y vea a los que están a su alrededor. Pregúntele en qué los puede ayudar y, si por vergüenza la persona no se atreve a decirle nada, recurra a cosas tan básicas como invitarla a su casa y que esa persona no se quede sola. Hágale sentir que a usted le importa lo que le pasa y que está en la completa disposición de ayudarla. Crezca como ser humano y ponga en práctica la solidaridad que a tantas personas les hace falta en momentos difíciles.

Sea usted quien dibuje sonrisas en los rostros de quienes tiene a su alrededor, tal cual si hubiese encontrado debajo del árbol todo cuanto hubiese querido. Le garantizo que la felicidad que obtendrá será la misma y sus lágrimas las convertirá en lucecitas de navidad.

Muchas felicidades en esta Navidad y a crecernos como personas para hacer de nuestro Puerto Rico uno mejor.

Compartir
Artículo anteriorArroz con dulce
Artículo siguienteEs Navidad
Psicóloga Clínica con sobre 10 años de experiencia y una gran satisfacción por el trabajo realizado en pro de la Salud Mental de mi país.