Navidad es tiempo de celebración, alegría, esperanza, buenas noticias, regalos, olor a pino, sabores dulces y colores que encienden hasta la persona que parece menos apasionada por la vida. Sin embargo, la realidad es que la mera fiesta navideña no es la que pone un toque de alegría en la vida de cada uno de nosotros, sino lo que origina la celebración: el nacimiento del niño Jesús que se hizo hombre y murió en la cruz del Calvario para darnos vida y vida en abundancia.

En navidad apreciamos los bellos nacimientos en los que aparecen José y María rodeados de diferentes animales, todos posando sobre el heno que abunda en los establos, recreando el lugar donde nació Jesús. Pero, la realidad es que esa estampa pastoril no fue así de bella, sublime y perfecta como se ve. El hijo de Dios nació en un establo en el que había animales, por lo tanto, el lugar debió haber estado mal oliente, porque José y María no encontraron posada disponible en ningún lugar. A pesar de que Jesús nació en un lugar tan humilde, su vida hizo brillar a aquel humilde pesebre y lo colocó en un punto de interés de una importancia inigualable que se ha destacado hasta el presente.

Así como hace aproximadamente dos mil años atrás Jesús no encontró lugar para nacer, hoy día son muchos los corazones que no se han abierto para que Jesús entre a morar en sus vidas y las transforme con el poder de su amor. Por eso podrán participar de las fiestas y algarabías que acompañan la época navideña, pero no experimentarán la esperanza, la paz ni la verdadera alegría de quienes hemos experimentado su presencia en nuestro corazón y celebramos navidad todo el año.

Esta navidad celebra el verdadero significado de la época. Permite que Jesús encuentre un lugar en tu corazón para que su amor te permita valorar tu vida, tu familia y a todo ser creado por Él, aunque no piense ni sea como tú. Perdona a quienes te hayan ofendido, disfruta de todo aquello que no se puede comprar con dinero y contagia a otros con la alegría y la paz que solo Dios produce en el corazón de quienes le buscan. Esa es la verdadera Navidad. Cuando permites que Jesús entre a tu corazón, vives todo el año celebrando el gran día que Jesús nació y tu actitud frente a la vida es siempre de agradecimiento, aunque las circunstancias no sean las que esperabas.

Nunca olvides la buena noticia que el Ángel del Señor les dio a los pastores que estaban apacentando ovejas aquel bello día del nacimiento del niño Dios y hazlo parte de tu vida:

De repente, apareció entre ellos un ángel del Señor, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó. Los pastores estaban aterrados, pero el ángel los tranquilizó. «No tengan miedo —dijo—. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador —sí, el Mesías, el Señor— ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David! Y lo reconocerán por la siguiente señal: encontrarán a un niño envuelto en tiras de tela, acostado en un pesebre» Lucas 2:9–12 (NTV)

Ya ese niño de la estampa del pesebre creció, se hizo hombre y murió para que cada uno de los que creen en Él sea salvo. Amístate con Él y sé feliz.