A pesar de los múltiples avances en la tecnología, se ha demostrado que hoy día las personas están más solas que nunca. El grupo que está más a riesgo de esto son los pertenecientes de la tercera edad. Los envejecientes que viven solos pueden sentirse aislados por múltiples razones, siendo una de ellas el deterioro de sus enfermedades crónicas, que le limitan su plena libertad y, por otro lado, que sus hijos vivan lejos y no puedan visitarlos tan a menudo. Estas situaciones pueden llevar al envejeciente a un estado de depresión.

El sentirse solo, no solamente está relacionado a vivir solo. También tiene que ver con la idea que al envejecer, no pueden disfrutar de las libertades y de placeres que tenían en su juventud. Frecuentemente, las personas de la tercera edad se sienten solos, aunque vivan con su cónyuge o un familiar cercano, dado que vivir bajo el mismo techo con otra persona no previene del todo el sentimiento de soledad que muchas veces los embargan.

En las personas que se sienten solas, a menudo se puede notar un deterioro físico y mental más acelerado, que en aquellos que disfrutan de una vida más sociable. Los pacientes que viven en asilos están muchas veces más a riesgo de sentirse solos, ya que se pueden sentir desorientados y a pesar de que hay un personal que los atiende, muchas veces no es suficiente para sanar la soledad. A menudo, estos pacientes se sienten echados a un lado y que realmente no queda nadie que se preocupe por ellos. Para lidiar con el sentimiento de soledad de un envejeciente querido, se recomienda lo siguiente:

​Escucharlos y prestarles atención: hacerles sentir que lo que ellos tienen que decir es importante y es valorado. Hacerles preguntas variadas para que ellos puedan sentirse que vale la pena lo que tienen que aportar y hablar de temas de interés.

​Ayudarlos a evitar el aislamiento. A medida que pasan los años, hay un deterioro de funciones motoras y muchas veces cognoscitivas. Paulatinamente, el envejeciente se aisla cada vez más al no poder interactuar con la facilidad que una vez pudo. Hay que evitar esto, manteniendo al envejeciente activo en la comunidad, en su núcleo familiar, en tareas o pasatiempos que sean apropiados para su nivel de función física y mental.