Una de las mejores sensaciones en la vida es despertarse cada mañana refrescado y motivado, sabiendo lo que quieres y lo que tienes que hacer ese día para alcanzar tus metas a corto, mediano y largo plazo. Esa sensación o estado ideal se alcanza cuando conoces, cuál es tu propósito en la vida. Cuando conoces esa verdad entiendes por qué estás en este mundo, dejas de dar tumbos de un lado al otro sin saber hacia dónde vas. Lo más probable es que seas más feliz que aquellos que nunca se han cuestionado o que nunca han encontrado esta respuesta. Como dijo Ghandi, “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.

Para encontrar tu propósito en la vida es importante ser muy honesto contigo mismo al responder las siguientes preguntas:

  • ¿Qué te inspira?
  • ¿Qué te apasiona?
  • ¿Qué talento especial y único tienes?
  • ¿Para quién lo haces?
  • ¿Cómo puedes cambiarte a ti mismo?
  • ¿Cómo puedes influir en la vida de los demás?

Todos tenemos nuestra propia realidad, aceptar las circuns-tancias, pero debemos saber que esas circunstancias son modificables y que ese cambio depende en gran medida y en su mayor parte de nosotros mismos y de nuestras actitudes. Igualmente nuestro propósito tiene que ser realista y no debemos caer en los extremos. Debemos entender que todo lo que vale la pena, conlleva un esfuerzo y que nada que sea realmente importante o valioso cae del cielo, sino que hay que trabajarlo y sudarlo. Los grandes cambios no suelen suceder de la noche a la mañana sino que hay que construirlos poco a poco.

Una vez que conocemos, cuál es esa fuerza vital que nos mueve, debemos enfocarnos en ejecutar las acciones que sean necesarias para alcanzar nuestras metas y hacer realidad nuestra visión de futuro. Si realmente conoces tu propósito, no habrá obstáculo que pueda detenerte porque entenderás que cada una de esas dificultades que se te presenten es parte del proceso y no la verás como una barrera sino como una oportunidad de mejora o cambio.

Cuando estés en una encrucijada o dificultad (que siempre existirán) debes recordar cómo venciste la adversidad en el pasado. Si ya una vez fuiste capaz de resurgir a pesar de las crisis, entonces puedes hacerlo una y otra vez, con la lección aprendida y con más fortaleza que antes. Recuerda que la verdadera fortaleza reside en levantarse cada vez que caemos y si tenemos la motivación suficiente, no nos será difícil hacerlo. De hecho, muchas veces necesitamos de una gran crisis en nuestras vidas para conocer nuestro verdadero propósito, así que hay que agradecer incluso hasta por nuestros problemas porque nos mantienen vivos y con ganas de luchar.

Cuando conoces tu verdadero propósito y tu razón de existir, no comparas tu vida con la de los demás. A cada uno nos toca una travesía distinta en la vida y lo que le falta a algunos le sobra a otros y viceversa. El hecho es que solo tú puedes vivir tu vida y buscar lo que haga falta, pero sin necesidad de imitar la vida de otro o de competir para vencerlos porque tu propósito es distinto al de ellos.

Finalmente, una de las mejores cosas que puedes hacer por ti mismo es realizar una evaluación interna, haciéndote esas preguntas fundamentales y encon-trando las respuestas para conocerte mejor. Una vez que las obtengas, podrás seguir convencido de que lo que estás haciendo es realmente significativo y valioso para ti, para tu familia y para todos los que te rodean.